Los 9 errores de un emprendedor. Crear una empresa no es nada sencillo, no voy a descubrir América con esta frase, pero creo que es la premisa con la que debería empezar cualquier artículo de emprendimiento.
Hemos venido a aprender, a trabajar y a construir algo que, por ahora, solo está en nuestra cabeza. Este es nuestro mayor reto: que el resto también sea capaz de imaginarlo y creer en ello.
Probablemente, la primera en hacerlo sea nuestra madre, por aquello que dicen del amor incondicional y la ceguera sentimental. Se le incorporarán un par de amigos y si tienes suerte hablarán bien de ti por lo que has considerado “tu casa”. Y en el mejor de los escenarios, si la suerte se cruza en tu camino, serán miles los que confíen en tu proyecto, como tu madre lo hizo desde el primer momento.
Pero esta escalabilidad es un sueño que pocas startups llegan a conseguir. Entre medias, se suceden muchos problemas que no siempre somos capaces de percibir cuando estamos inmersos en la construcción de nuestra empresa. Por eso, os quiero presentar los nueve errores que he cometido en mis emprendimientos.
No validar hipótesis
Cuando comencé no sabía lo que era un MVP (“Minimum Viable Product” que, en español, significa “Producto Mínimo Viable”). Un término que considero de suma importancia a la hora de validar tu idea de negocio.
Lanza una primera fase de producto, lo mínimo, que sirva para testear. Y una vez lo hayas validado y veas la respuesta, comienza a desarrollarlo.
Y recuerda: salir con el producto perfecto al mercado solo quiere decir que has salido demasiado tarde.
Gastos innecesarios
Quemar dinero es uno de los mayores riesgos que tiene levantar cualquier ronda de inversión. Nos creemos que tener una cuenta bancaria saneada nos da la potestad para gastar sin demasiado control y lo cierto es que no es así. El dinero es finito, y por desgracia, más que las deudas.
Aprende a diferenciar entre gasto e inversión, y busca que cualquier salida de capital suponga un retorno mayor a lo aportado.
Feedback a tus primeros empleados
Si expresar nuestra opinión como CEOs de la compañía es necesario, se convierte en una tarea crucial cuando llegan los primeros empleados. El trabajador debe comprender y sentir, hacia dónde se mueve la compañía para poder trabajar en consecuencia.
Si crees que se ha desviado del camino, habla con él. La mayoría de empleados tienen buenas intenciones, pero temen llevar sus ideas a cabo porque no terminan de comprender el entorno que les rodea.
No transmitir tu visión a tu equipo
Un buen líder no manda, un buen líder transmite su visión a su equipo y les empodera a ser mejores. Y aunque esto parezca una frase de libro, es importante hacer pequeñas actividades con el equipo donde quede latente la visión y la cultura de empresa.
Crecimiento a toda costa
El crecimiento debe ser sostenible, no solo en materia económica, sino también en fuerza laboral. Un crecimiento a base de quemar dinero, no solo no funcionará, sino que se puede convertir en una máquina incansable de acumulación de deuda.
Es la estrategia a largo plazo, materializada en pequeñas acciones, lo que puede darnos un crecimiento sostenido en el tiempo.
No pensar en el cliente
Crear el producto pensando que el cliente eres tú. Aunque es cierto, que en las etapas iniciales somos nosotros los que materializamos la idea que tenemos en la cabeza es fundamental discernir lo que nosotros queremos de lo que quiere nuestro cliente potencial.
No lo sabemos todo, sal, pregunta y escucha la necesidad del cliente. Esto te dará lugar a pivotar tu modelo de negocio hasta que sea rentable.
Hacer demasiado caso al cliente
Este error va al contrario que el error anterior, hacer demasiado caso al feedback de los clientes, muchas veces, nos llevará a generar productos innecesarios.
Cuando estemos sometiendo a testeo alguna idea, conviene preguntar cuánto están dispuestos a pagar por ese servicio. Hay muchas empresas que desarrollan su modelo de negocio alrededor de un cliente que no está dispuesto a desembolsar dinero por ellos.
Tu idea es única
Siento decirte que la idea que has tenido seguramente ya la haya tenido otra persona en el mundo. Este globo es demasiado grande y está habitado por tanta gente que es altamente improbable que hayas sido el primero en llegar a esa idea.
El verdadero triunfo de una buena idea y su poseedor, es la capacidad de llevarla a cabo y optimizarla.
No tener disciplina
Para llevar a cabo un proyecto necesitarás disciplina. Y no solo la de levantarte por las mañanas y tener las ganas de querer comerte el mundo, sino levantarte de la cama aquellos días en que la montaña rusa del emprendimiento está en su fase más baja.
La constancia de trabajar sin saber cuál será el fruto de tanto esfuerzo. Esta es la diferencia entre un verdadero emprendedor, ser capaz de sentarte durante más de 10 horas al día todos los días de la semana, durante meses o años, sin saber con certeza cuál será el resultado.