Texto
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pequeño texto publicado en mi blog personal de escrituraY ella, que de vacíos sabe, se volvió adicta al olor que desprende su piel.
Al roce amargo de sus manos cortantes, ese roce que eriza la mente.
Se volvió adicta a él, a su manera de mirar, a su manera de ser.
A esa necesidad infastuosa del filo de sus labios recorriendo su ser.
A ese dolor, a ese sin querer.
Y si, ella es una loca que sonríe por la calle sin motivo ni razón.
Y si, ella suspira por no poder controlar todo lo que hay a su alrededor.
Y si, era la misma loca que me volvía loco, una raza en peligro de extinción.
Y si, ahora notaba su ausencia, ahora que ya no tenía en ella ningún temor.
La vi a lo lejos, intentando que mi presencia no alterara sus signos vitales, fingiendo no conocer el sonido de sus andares, intentando no perturbar su calma, esa que tanto la costó encontrar.
Admire la luz que desprendía el gesto relajado de sus mejillas, esa leve mueca de alegría que dibujaba sutil la curva de sus labios, esos ojos atigrados que oteaban cara parte del lugar, manteniendo todo bajo su control, evitando de manera intencionada el alrededor que no era capaz de dominar.
Suspiré, más alto de lo que debí hacerlo y me aleje en silencio, otra vez.
Deje de contar los días en los que no nos vimos, no hablamos, ella decidió por los dos que nuestros caminos se separarían en ese momento y no dio marcha atrás en su decisión.
Él seguía repasando cada segundo de todo lo sucedido, sin encontrarle la más mínima explicación.
A lo mejor lo que pasaba es que no tenía sentido, por consiguiente tampoco explicación.
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